Buscando tranquilidad

La habia visto un par de veces en Forks (mas bien espiado) siempre sola; y lo que me sorpendió demasiado, fue verla montada en motocicleta. Yo adoraba las motocicletas y más aún si había una chica de por medio. Monté guardia fuera de su casa un par de días hasta que logré lo que tanto anhelaba, verla salir montada en ella con rumbo desconcido, y la seguí hasta el restaurante; bajé de mi poderosa máquina, le di las llaves al valet y entré dueño de la situación indicando a la hostes del lugar que me sentara en la mesa que yo eligiera, justo detrás de ella, desde ahí podía ver su escultural figura, y algo más.

Yo sabía que tenía una mirada muy intensa, por eso mismo la gatita se había dado cuenta de que la estaba observando fingiendo no estar interesada, pero mi mayor virtud es la perseverancia. Llamé al mesero y le indiqué que le llevara a la señorita una copa de la mejor bebida del restaurant y que le anexara una nota de parte mía. Saqué mi boligrafo y le anoté unas palabras.

-Le daré una buena propina por éste pequeño favor.

Al momento de decidirme entre la exquisitez de los distintos platillos, otro mesero se acercó al que me tomaba la orden y le susurró algo en el oído, ambos me miraron extrañamente e hicieron que eso me irritara ligeramente.

El mesero colocó una copa de cristal fino y vertió en ella vino tinto, francés, definitivamente de buen gusto, en cuanto terminó lo miré y me entrego un trozo de papel.

-De parte de aquel caballero. –Señalo discretamente a la mesa trasera.

Hice una mueca de disgusto y sin delicadeza abrí la nota. ¡Pero qué hombre tan libidinoso! Me levante enfadada, los meseros retrocedieron y me dirigí a aquella mesa.

-¡¿Qué tramas?! ¡¿Qué caiga a tus pies?! ¡Pues ni cerca estas! –Grité y todos voltearon a mirarme sin importarme.

Me levanté disimuladamente, abotoné mi saco y la tomé de la muñeca con más fuerza de lo normal - ¡Eres tan divertida cuando te lo propones querida! - sonreí aparentano calma- ¿porqué no vamos a hablar con más calma a otra parte? - literalmente la arrastré haciendo caso omiso de sus reclamos - No pasa nada damas y caballeros, problemas de enamorados.

La llevé afuera del restaurante. Ella luchaba por escapar de mí, pero solo lograba lastimarse. No fue sino hasta que la llevé a un lugar más solitario que la acorralé en una pared.

-No te hagas la difícil, coopera y terminarás por gozarlo.

La besé con fuerza sin darle oportunidad a nada.

Apreté su cuerpo con más fuerza hasta que ella terminó por corresponderme el beso y yo exploré su boca hasta los rincones más alejados, era una GRAN y profundo beso, la mujer era muy fogosa había que reconocerlo. Ella estaba deseando más y lo tendría. Una de mis manos se posó en su trasero y lo apretó con lujuria, para despues tratar de desabotonar el pantalón de cuero y si no cedía, lo arrancaría de un solo tirón.

¡¿Qué me estaba haciendo?! Era inevitable… me gustaba como me besaba, su piel caliente al contacto con la mía, sus caricias duras y desesperadas me atraían más hacia él y me alejaban al mismo tiempo.

No podía caer, no me iba a dar el lujo y no le daría aquella ventaja de obtener lo que tanto anhelaba de mí. El aura de peligro a su alrededor se incrementaba, no era seguro estar con él y no quería pues el miedo también estaba presente pero, la reacción de mi cuerpo era distinto a mis pensamientos. No lograba conectarlos.

En un intento de él por querer destrozar mi ropa, apoye mis manos sobre su pecho para retirarlo un poco, sus ojos lascivos me hicieron reaccionar al instante. Le sonreí juguetonamente.

-Esto jamás lo vas a olvidar… te lo aseguro… -Alce la rodilla y golpeé lo más fuerte que pude en su miembro.

La gata montéz se puso brava y me dió en dónde más podía dolerme, la maldije cientos, millones de veces mentalmente, la muy idiota había herido mi orgullo de hombre y ahora me estaba retorciendo en el suelo.

-Esto...no se va a quedar así estúpida... Ya tendré oportunidad de volverte a ver y me las pagarás... Sé dónde encontrarte.

Ella sonrió con cinismo, pero nole duraría el gusto, porque el que ríe al último ríe mejor.

-Por supuesto que esto no se va a quedar así, no creas que temo a tu amenaza. –Me incliné lo suficiente para que pudiera verme. - Conmigo te equivocas, no soy una adolescente como cualquier otra, tengo influencias y si quiero puedo hacerte ir muy lejos de este pueblo perdido, no me provoques por qué puedo hacerlo.

En cierta manera era verdad, pero cuando yo vivía en Escocia, con un solo movimiento de mi mano y la persona que me molestara con su sola presencia desaparecía de mi vista siendo advertido de que no volviera a acercarse, sin embargo aquí nadie haría eso por mí… nadie. ¿Pero él como iba a saberlo? No existía forma alguna.

-Mantente lejos de mí, si no lo quieres lamentar. –Mi rostro estaba a una distancia muy corta del suyo.

Soportando el intenso dolor en mis partes bajas, alcé mi mano y la sujeté con rudeza de su cabello, haciendola gritar. Gozé el momento cuando vi su rostro volviéndose pálido por la sopresa.

-Debiste haberte ido cuando pudiste mujerzuela. Regla número uno... Siempre termina tu trabajo y aléjate lo antes posible de la escena del crímen.

Sujetándome de su cabello, pude ponerme de pié, ella trataba de luchar por liberarse, pero lo único que lograba era que me aferrara más a su sedosa cabellera.

-Regla numero dos... Nunca, NUNCA, oses lastimar a Amadeus Lasser, porque será lo último que hagas en la vida.

Una de las cosas que más me irritaba, era que me molestara un completo extraño.

-Largo de aquí -dije de manera autoritaria - No interrumpas niñito, que ésto es cosa de pareja.

Pero el hombre seguía ahi parado, pagado de si mismo.

-¿Que parte de " largo de aquí" no entendiste imbécil. ¡ANDA, LARGATE QUE MI AMANTE Y YO TENEMOS QUE ARREGLAR NUESTRAS DIFERENCIAS!

¡Pero que chico tan más tonto! ¿Se hace o así es? -Pense para mis adentros.

Era muy lógico, que el hombre que me sostenía a la fuerza del cabello, podía sencillamente darle un golpe y dejar al chico sobre el suelo encogiéndose de dolor, su musculatura no era notoriamente tan marcada aun que si más alto. ¿Pero acaso eso servía de algo? Se dificultaba creer que si y no quería que saliera lastimado por mi causa. Debía alejarse lo antes posible o haría enfadar más aún al sujeto a mi lado.

-¡Alejate, yo puedo sola! -No quise ser grosera, pero preferible que pensara así.