Taza con café

La cafetería permanecía un tanto solitaria, algunos probando un caliente chocolate o un humeante café y otros solo mirando hacia la ventana esperando su desayuno.

Elegí la barra y me senté ahí. Aparentar ser un humano a veces lograba convertirse en un fastidio, tener que ir a restaurantes, simular probar bocados de cualquier tipo de alimento, no estar tanto tiempo fuera de casa por las noches o al menos no ser visto por esta gente que se daba cuenta de todo; como si solamente su objetivo fuera seguir tus movimientos.

La mesera se acercó y sin pedírselo, en una taza blanca me sirvió café.

Deje caer el azúcar sin medidas en el liquido caliente, no tenía ningún caso especificar la cantidad cuando no iba a beberlo, tomé la pequeña cuchara y giré sin sentido alguno hasta disolver el endulzante.

Apoyé mis antebrazos sobre la barra, incline un poco mi cabeza y perdí mi mirada en un punto no especifico, sencillamente en uno cualquiera.

La puerta de la cafetería se abrió y una estela dulce se cruzó en mi nariz, miré con cautela. Una hermosa mujer de mi raza era atendida por un joven humano que notablemente se interesaba en ella y no se le veía intención de separarse ni un segundo; en cuanto ella le pidió una bebida caliente, me levante, tome en una mano la taza con café y me acerqué a la mesa.

-Hola ¿puedo sentarme?

El movimiento tan grácil de su mano apartando el cabello del rostro fue bastante provocador, sus ojos dorados conectados con esa traviesa sonrisa curvando sus sensuales labios mantendrían prisionero no únicamente a un humano, ella era una mujer muy hermosa sin duda.

-Sí, es bueno saber que no somos pocos en este lugar. A lo cual me hace preguntarme… ¿Qué hace alguien tan bella como tú en Forks?

El mesero se aproximaba atreviéndose a desafiarme con la mirada, no pudo mantener por mucho el contacto con la mía y miró hacia otra dirección, deslicé mi mano sobre la mesa hasta casi tocar la de ella, apenas mis dedos percibían el frio de los suyos.

Deseaba saber de qué tanto era capaz el mesero y me di cuenta que no iba a hacer nada, inevitablemente imponía a las personas. Después este con unas rápidas palabras de atención hacia ella se fue y retire mi mano.

-Lo tienes atrapado –Dije con la voz baja y grave. –Tal vez se tenga que acostumbrar verme contigo. –Me reí y volví al tema anterior.

-No estoy en Forks por una razón en especifico, no aún, tengo tiempo para ello. Por mientras disfruto del lugar. Sería bueno salir un día, claro si tú aceptas mi invitación. –Me incliné hacia delante, en espera de su respuesta.

-Y no todos los días acepta una ninfa como tu mis propuestas –Ensanche aún más la sonrisa.

Contando con aquel atrevimiento que ya en mi era una naturaleza, alcé la mano para tocar su suave piel blanquecina, el contacto de su mejilla en mi palma que se deslizó después por las hebras del sedoso cabello, me incitaba a dar un paso más al cual no sabía si era prudente en tan solo unos cuantos minutos de conocerla. Y conocer a la mujer frente a mí era un decir, ya qué su nombre aún no lo había oído pronunciar de su provocativa voz.

Al momento de intentar alejar mi mano por el deseo de mantenerla ahí, la vista se me nublo pasando frente a mí el reflejo de una mujer… una visión… ¡Ella!

La visión pasando ante mis ojos era lo suficiente borrosa como para confundirme, la observaba a ella pero... ¿Quién la acompañaba? No se notaba que fuera un paseo común con cualquier persona, era uno de nosotros y esto se tornaba de un grado seriedad alarmante, peligroso... un humano estaba cerca también sin embargo, este se ocultaba de ellos.

Cerré los ojos y parpadee unos momentos.

-Perdón, es solo que...-Carraspee y me acomode en mi asiento -Te vi a tí con alguien más. ¿Conoces a otro vampiro que no sea yo? -Necesitaba saber.

-Puede ser que no todos los que conozcas sean lo que tú crees. -Mis ojos no se apartaban de su bello rostro. Ante mí parecía ser de una delicadeza extrema, como si su piel caucásica fuera de porcelana y sabía perfectamente que su fuerza podía ser igualada a la mía.

Algo en el interior me hacía reaccionar con una sobreprotección irreconocible.

-Tengo un don... puedo ver el futuro y te vi acompañada de un ser como nosotros, pero tu te negabas a acompañarlo. -Fruncí el seño y me obligue a no mostrarle la preocupación que invandia en todas partes.

¿Qué otra cosa podía hacer? No es que pudiera leer en sus ojos la preocupación pero, la insistencia por saber era fuerte para ella. Su fina mano la cual tenía entre las mías grande cubriéndola a su totalidad, la deje libre, hice a un lado la taza con el café frio y recargue los antebrazos en la mesa de madera, cerrando y abriendo uno de mis puños.

-Vi a un humano también, iba tras de ustedes. –Hable sin fijarme en ella. –Si lo que vi sucede, el humano probablemente se dé cuenta del secreto que hemos guardado por tanto tiempo y correrá peligro.

-No sé, únicamente vi a un humano al cual no reconocí.

Su preocupación la embargaba, no por ella, sino por el humano y su semblante me indicaba que se había encariñado con uno. Negué con la cabeza imperceptible incluso para la mujer frente a mí, a sabiendas que nuestro mundo no se asemejaba al de los de corazón latente, ella tomo la decisión de involucrarse con ellos sentimentalmente; no sería la primera vez pero, esto se debía detener. Un día terminarían por descubrir quiénes somos realmente.

Al contrario de mi propósito que solo es tener un primogénito, no encariñarme con la humana que procree a mi hijo. Nadie estaba enterado del por qué de mi estancia aquí y nadie lo sabría al final.

-Lo siento -Dije al despejarme de mis pensamientos. -Puede ser que la visión no sea certera, era bastante borrosa, así que no hay del todo por qué preocuparse. Pero ten cuidado, más con el humano. No te gustará que salga lastimado.

Me levante del asiento, saqué mi billetera y deje el dinero sobre la mesa. Me incliné para tener sus ojos exactamente a mi altura y le sonreí. -No te preocupes. – Bese su frente y salí por la puerta vieja de roble… algún día averiguaría su nombre.