En su sala...

<<Chris, tengo que hablar contigo>> Ireri había perdido esa sonrisa que tanto me gustaba, ahora sus palabras parecían más serias y envueltas en un aire de misterio. Algo dentro de mí, me decía que algo iba a ocurrir... Yo no podía permitir que la velada acabara sin apenas comenzar, así que trataría de hacerme un poco el desentendido.

-Claro, qué quieres decirme - fuí hasta la vitrina de madera donde guardaba la cristalería para las ocasiones importantes y empecé a acomodarlas en el comedor con mucho cuidado, todo tenía que estar perfecto para la ocasión.

-¿En verdad quieres irte? - dejé los cubiertos sobre la mesa, y la seguí hasta el marco de la puerta - Irerí... -ella giró lentamente hacia mí- ¿nada de lo que dije anteriormente tiene importancia? nada... ¿puede hacerte cambiar de opinión? - se me había formado un nudo en la garganta y las lágrimas querían desbordarse - Quizás pienses que no... que... no estoy a tu altura, qué se yo... Sólo quiero que seas sincera... y te dejaré ir.

Abrió la puerta y... se fué. Me dejó parado en el centro de la sala sin poder decir nada, la cena, la ilusión de estar solos... todo se había esfumado en un dos por tres. Intenté dar algunos pasos hasta su auto y ponerme enfrente para impedir que ella terminara de escapar de mí, pero sería inútil, ella se marcharía para siempre de cualquier forma, para siempre.

<< Adiós Ireri, espero que seas muy feliz>>

No pude evitar que una lágrima se escapara, pero la quité de inmediato.

Escuché a lo lejos el motor del coche que se alejaba poco a poco y mi corazón con él.

<< No, no no, ésto no puede terminar así... Ireri.>>

Haciendo un último esfuerzo, salí de mi casa y corrí tras ella, pero las luces de su auto se iban haciendo más y más pequeñas, hasta que las perdí de vista y cai de rodillas al suelo derrotado. Entonces ya no pude contenerme y grité de coraje y frustración, la había perdido, quizás para siempre.