Con la inspiración en mis manos

En el instante en que se me regaló mi vida humana, y en todo caso, mi eternidad, me di cuenta de que todo lo que haría sería por y para las artes. Salí de mi casa decidida a encontrar un lugar en el que pudiera expresarme de manera diferente, tome mi coche y conduje, no tenía prisa, pero no iba lento, llegue a Port Angeles en menos de la mitad del tiempo en el que un humano haría el recorrido de ir a velocidad normal.

Miraba para todos lados, baje la velocidad pues en realidad no sabía a donde quería llegar. Había muchos negocios, tiendas de ropa, restaurantes, bares, etc. Seguí recorriendo la ciudad hasta que llegue al final de ésta, casi traspasaba la salida de Port Angeles, me di la vuelta y decidí seguir vagando por ahí sin rumbo.

Coloqué el estéreo de mi auto, cantaba muy bajito con la música que se reproducía, no miraba mucho la carretera, de hecho, estaba un poco sumergida en mis pensamientos, de cualquier manera estaba segura no provocaría un accidente.

Algo llamó mi atención a un costado de la avenida principal, El Arte de Pintar… no sonaba mal, eso era lo que buscaba, frené y estacioné mi coche justo frente al negocio, me baje de éste, en realidad no llevaba nada. Era una tienda linda, cuando entre saludé a la encargada. “¿Qué tal?, un placer…” en ese momento toda la inspiración llego a mí, le pedí el material que necesitaba, que en realidad no era mucho, no se necesitaba de cantidades industriales para poder plasmar lo que se tenía en la cabeza de manera hermosa “lápiz 2B, una caja de colores pastel, lápices de madera de colores, y tres lienzos de papel marquilla” – le dije de manera rápida aunque estaba segura de que me entendería pues la encargada era de mi especie, esperé el material, realizaría el dibujo en el local…